Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) comprenden una variedad de casos entre los que se está planteando con insistencia un tipo de autismo de alta funcionalidad con características atípicas presente en mujeres. Sus peculiaridades clínicas, menos evidentes y conocidas, hacen que pasen desapercibidas y queden sin diagnóstico y, por tanto, sin tratamiento durante la infancia. De hecho han sido descritas mejores habilidades sociales y del lenguaje en niñas respecto a los niños con cuadros típicos de autismo con alto funcionamiento.
La particularidad de esta otra forma de presentación parece centrarse en el uso de estas capacidades para imitar las formas de actuar de su grupo de edad, pasando así desapercibidas sus dificultades, un efecto de camuflaje, denominado “síndrome de camuflaje” por el autor L. Wing.
Características clínicas:
Comunicación social: pueden responder adecuadamente aunque sus conversaciones son limitadas, presentan un menor uso de signos no verbales y a veces su empleo es poco acorde al contexto o incluso puede ser contrario a la reciprocidad social.
Interacción social: pueden tener alguna amiga y pasar por niñas menos sociables sin atribuirse su conducta a trastorno alguno. La falta de percepción y comprensión de las señales sociales las suplen en parte mediante la imitación.
Juego: amplio desarrollo de la fantasía sirviéndose de dibujos animados y temas reiterativos, a veces con amigos invisibles y con cierta confusión entre realidad y fantasía.
Autorregulación: se frustran con facilidad pero son capaces de controlar en gran parte las manifestaciones cuando no están en la familia
Intereses: sus intereses restringidos pueden pasar desapercibidos al ser comunes los temas en relación a sus iguales y sus manifestaciones poco evidentes.
Expresión: tendencia a opiniones y sentimientos extremos con falta de matices que pueden pasar por tendencia a la perfección o bien no ser apreciados por los demás. La familia suele conocer estas reacciones sin saber a qué responden.
Psicomotricidad: menos llamativas las dificultades de coordinación (pueden presentar disgrafía leve) y de torpeza motora.
Percepción: hipersensibilidades menos acusadas y a veces limitadas al ámbito emocional.
Estas dificultades se ponen de manifiesto con frecuencia a partir de la adolescencia, siendo causa de desajustes emocionales que conllevan cuadros psicológicos y psiquiátricos secundarios.
Para la detección y abordaje de este tipo de trastorno del neurodesarrollo en su forma de presentación más sutil es importante tener en cuenta los siguientes puntos:
Durante los dos primeros años de vida, suelen cumplir criterios cercanos al autismo típico que luego se diluyen. Este dato revela la importancia de la historia clínica en el diagnóstico, entendiendo este como resultado de un proceso integrador del desarrollo y no como evaluación independiente del momento actual.
Suelen sufrir acoso escolar y aislamiento por parte de los iguales.
En las escalas de observación para detección del autismo de alta resolución sus puntuaciones de gravedad suelen ser bajas.
En las escalas de autoevaluación, las mujeres con TEA suelen dar resultados más altos en ítems relacionados con espectro autista que los hombres, denotando así mayor conciencia de sus dificultades y posiblemente más malestar subjetivo.
La levedad de estos aspectos se incrementa en la pubertad, ante la ampliación de los requerimientos sociales mientras ellas persisten en un mundo más infantil, con intereses más restringidos a los que se adhieren con más fuerza ante la falta recursos para responder a las nuevas exigencias.
La prolongación de estas situaciones en el tiempo puede generar serias patologías e intenso malestar que pueden ser paliadas con las intervenciones que un diagnóstico precoz facilita.
Referencias:
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