El lenguaje es la capacidad de expresarnos y comunicarnos con los demás a través de un sistema de signos orales, escritos o gestuales. Está directamente relacionado con el pensamiento y el aprendizaje. Actúa además como un regulador de la conducta y permite el acceso a la información y la cultura.
¿Qué diferencia hay entre el lenguaje y el habla? El habla es una acción donde se integra el lenguaje receptivo, que nos permite comprender las palabras, y el lenguaje expresivo o capacidad de producir palabras y oraciones. Requiere de la participación de otras funciones cognitivas como la memoria, necesaria para recordar la información verbal; las funciones ejecutivas, para hablar con fluidez, ordenar los contenidos recibidos y planificar los mensajes que se quieren transmitir; y además, están implicadas redes emocionales que participan en la entonación y ritmo del lenguaje así como en la coherencia interna del discurso.
La comunicación no deriva solo de conocer los aspectos formales y estructurales del lenguaje, requiere el desarrollo de competencias comunicativas. Requiere de aspectos como saber orientarse respecto al punto de vista del interlocutor o ser conscientes de la flexibilidad de nuestro lenguaje, que permite que los mismos conceptos y mensajes tengan diversos sentidos. Esta característica facilita inventar y pensar, pero conlleva complicaciones para hacernos entender aun hablando el mismo idioma. Estas cuestiones forman parte del uso pragmático, una de las tres dimensiones del lenguaje que pasamos a exponer.
Por la forma de las palabras (Morfología): atiende tanto al sonido (fonología) como a la forma de las palabras (morfología), así como a la manera en la que estas se organizan para configurar oraciones (sintaxis).
Por su contenido (Semántica): según el significado de las palabras y oraciones. Hay palabras referidas a conceptos (casa, coche o jugar), otras que solo tienen un significado gramatical y sirven para establecer relaciones entre las palabras, como las preposiciones (a, de, para, etc.), y los artículos (el, la, etc.). Las palabras con un significado común se dice que pertenecen a un mismo campo semántico. Por ejemplo, silla, sillón, taburete pertenecen al mismo campo semántico porque todas son “objetos para sentarse”. Las palabras que se relacionan en la vida real, lo que puede variar según las culturas, forman un mismo campo léxico. Por ejemplo, en el campo léxico de “salón” están las palabras silla, tele o lámpara.
Por su uso (Pragmática): estudia el lenguaje en relación al contexto en el que se desarrolla. Para saber más sobre esta dimensión haga click aquí.
La adquisición del lenguaje, por tanto, es un proceso complejo iniciado en la primera etapa de la vida. Los gritos y balbuceos se van modulando bajo el efecto de las respuestas del entorno y mediante la imitación. Entre el año y los dos años empiezan las primeras palabras. La intencionalidad está presente desde el primer año. Entre los 2 y 3 años se amplía el vocabulario, se organizan frases y comprenden el lenguaje usual de su vida cotidiana. Un hito destacable es el uso del yo, en tanto manifiesta el inicio de la identidad, después de un periodo de emplear la tercera persona, repitiendo la forma de dirigirse a él por parte de los demás; este proceso puede detenerse o alargarse en el tiempo en niños capaces de usar el lenguaje pero con trastornos en la comunicación. Entre los 3 y 4 años serán capaces de establecer una conversación e irán progresando en la adquisición del vocabulario así como en el dominio de la expresión y comprensión hasta los 7-8 años, coincidiendo con el aprendizaje de la lectura y escritura. Si bien hay que estar atentos a posibles alteraciones, es importante tener en cuenta la amplia variabilidad del criterio de normalidad.
Y os preguntareis, ¿Cómo potenciar el desarrollo del lenguaje? En primer lugar lo más evidente: a hablar se aprende hablando. Contar a relatos de la familia, recordar con ellos anécdotas de cuándo eran pequeños, comentar sobre las cosas que suceden y escuchar lo que nos dicen, para saber los temas que les motivan. Aunque sepamos que esto se debe hacer, muchas veces no lo aplicamos por falta de tiempo, cansancio y, tal vez, por no darle importancia ante otras prioridades, entre ellas aprender inglés, olvidando la importancia del manejo de la lengua materna. Debemos ayudarles a seguir un orden en su relato, empleando si hace falta esquemas (como el que proponemos a continuación) o autoinstrucciones (que os mostramos en otro apartado, pinche aquí para acceder).
Otra forma divertida de trabajar el lenguaje es mediante juegos como “Veo, veo”, "Palabras encadenadas" o el "Teléfono escacharrado"; haciendo competiciones (con uno mismo o en familia) a ver quién busca y escribe lo más rápido posible 5 conceptos que empiecen por la misma letra, por ejemplo: objeto, animal, apellido, nombre propio, comida; o utilizando juegos de mesa que fomenten la fluidez verbal, el vocabulario o la creación de historias lógicas como "Palabrea", "Scatergories", "Story Cubes" o "Historias divertidas en la casa".
Enlaces de compra para los juegos:
Palabrea: https://juguettos.com/juguetes/16974-A0287500.html
Scatergories: https://www.amazon.es/Hasbro-Gaming-C1941105-Scattergories/dp/B07233L2M3
Story Cubes: http://www.asmodee.es/juegos/coleccion/story_cubes
Historias divertidas en la casa: https://akroseducational.es/p/historias-divertidas-en-la-casa/
Referencias bibliográficas:
Adams C., Lloyd J., Aldred C. y Baxendale J. (2016). Exploring the efects of communication intervention for developmental pragmatic impairments. Ing J. Lang. Dis. 41,1. 41-65.
Baddeley A. D. (2003) Working memory and language: an overview. Journal of Communication Disorders, 36, 189–208.
Campo L.A. (2009) Características del desarrollo del lenguaje y cognitivo del lenguaje en niños de edad preescolar. Psicogente, 12(22), 341-351.
Escandell, M. V. (2006). Introducción a la Pragmática. Barcelona: Ariel
Yule G. (1998) El lenguaje. Madrid: Akal
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