Las interacciones sociales requieren de una gran cantidad de procesos. Antes de empezar una conversación nuestro cerebro ya ha activado las áreas encargadas de la percepción social; una vez iniciada, se centrará en el porqué de la conducta del otro e intentará descifrar su intención y por último elaborará una respuesta. Todos estos procesos tan complejos ocurren en apenas unos segundos. Como ya sabéis, esta cadena recibe el nombre de cognición social (si quieres saber más haz clic aquí). Dentro de sus componentes podemos diferenciar 4 procesos. Algunos necesitan de los otros para poder funcionar como ocurre con los estilos atribucionales. ¿Os suenan?
Los estilos atribucionales describen la forma en la que interpretamos diferentes hechos sociales, buscamos sus causas y deducimos la intencionalidad de la conducta social de los demás y de uno mismo. Se trata de un mecanismo mediante el que intentamos dar sentido, manejar y predecir el mundo social que nos rodea. Esto suele ocurrirnos cuando vamos por la calle y presenciamos una discusión, empezamos a sacar nuestras conclusiones de porqué se estarán peleando, quién lleva razón y quién no, a pesar de que no conocemos la historia. Así, podríamos decir que las atribuciones comienzan con la observación y finalizan cuando encontramos la causa que originó la situación. Pero atribuir la causa de un acontecimiento, es algo más complejo de lo que parece. No suele ser algo observable si no que depende de una serie de dimensiones:
Internalidad: la causa de la acción se atribuye a factores internos (rasgos de personalidad, motivación, capacidad, etc.) o externos (suerte, acciones de terceras personas, etc.) a la persona.
Estabilidad: en este caso hace referencia a la permanencia en el tiempo de la causa. Puede ser estable (como los rasgos de personalidad) o inestable (como la motivación o la suerte).
Controlabilidad: es el grado en el que la persona cree que puede influir sobre los resultados de la acción. Por ejemplo: con sus emociones, los nervios ante un examen, etc.
Veamos un ejemplo, una tarea del colegio nos ha salido mal. Nos preguntamos, ¿por qué? En primer lugar, podemos pensar que ha sido por nuestra falta de esfuerzo o capacidad (causa interna) o porque el profesor lo ha puesto muy difícil y tenemos muy mala suerte (causa externa). En segundo lugar, valoramos si esto es algo que solo nos ha pasado en esta ocasión o nos pasa siempre; algo que nos haya podido pasar solo en esta ocasión puede ser la falta de esfuerzo (causa interna, inestable) o que hayamos tenido mala suerte (causa externa, inestable), mientras que si siempre nos salen mal estas tareas puede deberse a nuestra capacidad (causa interna, estable) o a la dificultad de la tarea (causa externa, estable). Y, en tercer lugar, cada una de estas causas las consideraremos controlables o no de acuerdo a nosotros mismos; podemos considerar que el esfuerzo es controlable, ya que nosotros determinamos el tiempo de estudio y los ejercicios que hacemos, sin embargo, la suerte es algo incontrolable para nosotros.
Os mostramos este esquema sobre la intencionalidad interna que aclara un poco más la idea. En el caso de la intencionalidad externa sería igual, ¿te atreves a plasmarlo en un esquema?
Cada persona presentará un estilo atribucional diferente de acuerdo a cómo establezca las causas de un acontecimiento y a sus características personales. Las atribuciones son un proceso complejo que adquirimos de manera más tardía, se encuentra muy relacionado con la percepción social. Por lo que, para trabajarlo, podemos realizar actividades similares a las planteadas en la percepción social, analizando situaciones de nuestra vida diaria o de películas o relatos, o representando escenas mientras que otros analizan la situación.
Referencias Bibliográficas:
Campo, M. V. (2016). Programa de entrenamiento en cognición y competencia social en pacientes con esquizofrenia: E-Motional Training [PhD Thesis]. Universidade de Santiago de Compostela.
Fernández-Sotos, P., Torio, I., Fernández-Caballero, A., Navarro, E., González, P., Dompablo, M., & Rodriguez-Jimenez, R. (2019). Social cognition remediation interventions: A systematic mapping review. PLOS ONE, 14(6). https://doi.org/10.1371/journal.pone.0218720
Gaviria, E., Cuadrado, I. y López, M. (2009). Introducción a la Psicología Social. Madrid: Sanz y Torres.
Comments